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viernes, 24 de octubre de 2008

Lo que tu hijo te dice sin palabras





Niño de un año riéndose y jugando.Muchos padres tienen la sensación de que sus hijos intentan comunicarse con ellos antes de lanzarse a hablar. Y no son imaginaciones suyas. Con doce meses, los bebés usan el lenguaje corporal para expresar sus ideas y sentimientos.

Muchos padres afirman tener la sensación de que sus hijos intentan comunicarse con ellos mucho antes de hablar. Y no son imaginaciones suyas. Cumplido el año, aunque el niño aún no usa las palabras, sí se sirve de la comunicación no verbal.


Es posible que al niño aún le queden unos meses para pronunciar sus primeras palabras, pero eso no significa que no use otro medio de comunicación: el lenguaje no oral.
Los pequeños de más de 12 meses transmiten sus sensaciones mediante los gestos de su cara, la respiración o incluso los movimientos de las extremidades.


Anímale a expresarse

  • Ayudarle a usar la expresión corporal y esforzarse por comprenderle es bueno para su crecimiento y estrechará la relación con sus padres.
  • Además, la comunicación corporal suele darse de una forma más espontánea que la verbal, por lo que es el indicador más fiable de sus verdaderas emociones. Cuando comience a hablar, hay que fijarse en las expresiones de su cuerpo. Los padres aprenderán algo nuevo cada vez que le miren.
  • Para comprender el lenguaje no verbal de un pequeño, hace falta tiempo y experiencia. Pero si crees entender qué te está diciendo, dile qué es lo que interpretas. Si te equivocas no importa, y si aciertas, él se sentirá feliz.

Algunas pistas

Aunque cada niño diseña su propio lenguaje, hay expresiones comunes que utilizan todos:
  • El llanto sigue siendo la forma más directa de manifestar malestar o enfado.
  • Las manos abiertas y extendidas a los lados significan que está feliz.
  • Los hombros erguidos son signos de satisfacción, mientras que la cabeza baja denota preocupación.
  • Una respiración rápida puede querer decir que está ansioso por algo.

Ha dicho ma-má

A esta edad va a tener lugar un hito importantísimo: ¡empieza a hablar!

Un día el bebé quiere decir una palabra, y dice justo esa palabra. Lenta, clara, solemne... Sin duda, empieza a disfrutar un segundo antes de la reacción que se avecina. Ha comprobado cómo, hasta ese momento y a raíz de su balbuceo, los miembros de la familia se emocionan, aplauden, juran y perjuran que ha dicho «¡papá, mamá, teta!».

Ha tenido un gran éxito durante los interminables ensayos. En ellos ha alargado las vocales hasta el infinito para ver hasta dónde llegaban («aaaaaaaaaaaaaaaa»), ha comprobado el efecto de poner los labios así o asá («gu-gu pa-pa-pa-pa»), y lo ha repetido sin descanso si la combinación ejercía efecto en los presentes. Pero aún no estaba queriendo decir nada.

Alrededor del año los niños dicen su primera palabra con sentido pero, sobre todo, su primera palabra intencional: han dicho justo lo que querían decir. El regocijo es enorme. Antes de llegar a ser palabra, «agua» fue una sensación fresquita en la boca. Luego Carlos la vio, la tocó y se mojó, intentó coger un vaso y se le derramó.

Antes de ser palabra, «papá» fue unos brazos enormes que lo acunaron. Luego Carlos pudo ver esos brazos y todo lo demás, pudo tocarlo, olerlo, morderlo.

En la base del lenguaje está el contacto con la realidad. Los niños necesitan tocar la realidad con todos los sentidos antes de ser capaces de emitir esa abstracción que es la palabra. Un bebé que pasa muchas horas delante de la tele (artefacto que, paradójicamente, emite palabras y palabras) puede sufrir un retraso considerable en la adquisición del lenguaje. Se pierde lo más importante: el contacto con la realidad y alguien con quien compartirla.

Recién nacido

La primera forma de expresión es el llanto, disponible en cualquier versión y formato desde el primer segundo de vida. Durante las seis primeras semanas será la única herramienta del bebé para localizarnos, quejarse, pedir, avisar... Y es importante que funcione.

6 y 12 semanas

Aparece y se perfecciona la sonrisa, otra potente herramienta expresiva. Si ya había comprobado nuestra respuesta a su llanto, ahora conocerá la respuesta a la sonrisa.

A los tres meses

Su llanto se ha perfeccionado una barbaridad, tiene distintos ritmos y tonalidades según la causa. Es la época en la que la madre es capaz de saber «qué le pasa» por el tono y la urgencia. Pero, además, a los tres meses ya ensaya gorgoritos y vocales: «ooooooooo» dice Paula a menudo, divertida. Sabe que habrá eco.

Hacia los seis meses

Es la etapa del balbuceo. Ya habrá empezado a mezclar vocales y consonantes y a repetir la sílaba resultante: «papa- pa-pa», «ti-ti-ti-ti»... Perfeccionará la técnica dotando a sus balbuceos de diferentes tonillos. Entre los seis y los ocho meses tiene lugar otro hito: comienza a mostrar gran interés por todo lo que hablamos. Se para, escucha, observa, intenta repetir sonidos... Y aprende a establecer turnos de palabra. «Aiaiaia», dice José. Y calla, esperando la respuesta de su madre. «Claro, te vas a quedar limpio, limpio», arguye ella y calla, para dejarle el espacio necesario. «Aaaaaatatata», concluye el pequeño.

A los diez meses

La imitación de nuestra forma de hablar es muy divertida. Intercala sílabas diferentes, como «taca» o «tipi», cuenta con un amplio repertorio de tonos y se ayuda del lenguaje gestual: «adiós» con la mano, «no» con la cabeza, para reforzar su mensaje. Tiene muy claro lo que quiere decir. Hasta que por fin lo dice.

Hacia los doce meses

Ahora sí dice su primera palabra intencional, casi siempre para denominar algo: puede señalarlo con su dedo o mirarlo y nombrarlo. «Papá», se estrenó Yolanda. Al principio su interés se centra en definir objetos y personas, pero pronto se da cuenta de que puede tener otros fines, como pedir cosas: «Dame», es otra de las primeras palabras.

12 / 18 meses

Entra en el periodo de la palabra-frase, es decir: se resume en una sola palabra el contenido de una frase. Si dice «papá» señalando una pera, no se ha confundido. Está diciendo: «Papá, dame la pera».

18 meses / 2 años

Las frases pueden ser de dos, tres, cuatro palabras. Por supuesto, estarán compuestas por palabras clave: sustantivos, adjetivos y verbos. Nunca malgastará fuerzas con un «la» o un «en». Se trata de un lenguaje casi telegráfico y económico, pero con el que podrá comunicarse perfectamente. Hace combinaciones como: «¡Nene tonto!», en referencia a otro, «dame agua» o «guta parque».

2 / 3 años

Su vocabulario se amplia considerablemente, entre 50 y 250 palabras. Es capaz de conjugar sencillos tiempos verbales, añade nexos (y, o) y sus frases son cada vez más largas.

3 / 4 años

Desarrolla un lenguaje muy parecido al del adulto: 500, 1.500 palabras denotan su cada vez mayor facilidad para adquirir vocabulario. Aparecerán las preguntas, sobre todo el dichoso «por qué». Ha descubierto que, además de poder influir en la conducta de mamá, pedir cosas y expresar lo que siente, con el lenguaje puede conseguir otra cosa: desentrañar esos grandes misterios de la realidad a los que, hasta ahora, solo accedía a través de la trabajosa experimentación.

Cómo ayudarle

Nuestro hijo quiere comunicarse con nosotros. Podemos facilitarle las cosas.

● Dejarle espacio para la iniciativa. Cuando intente decirnos algo, no adelantarnos: «¿La mesa, la silla, el plato, la cuchara?», pregunta sin descanso el padre de Héctor cuando este señala hacia la mesa e intenta decir algo. Cuando Laura señala la manzana su mamá no debería apresurarse a dársela. Si le deja tiempo, Laura hará el esfuerzo y dirá «nana» o «mame».

● Respetar los silencios, porque si le hablamos sin parar no desarrollará los turnos de palabra, y además podemos crearle mucha ansiedad. Cuando alguien se acerca a él y le pregunta: «¿Qué te han traído los Reyes?», no debemos responder en su lugar. Si no responde, respetemos su silencio, y si dice cualquier cosa, ahí queda.

● Ajustar el lenguaje cuando nos dirigimos a él: eso no quiere decir, ni mucho menos, que le hablemos como si no se enterara. Pero sí podemos escoger frases de estructura y vocabulario más sencillo. Cuando hablemos con los demás, utilizaremos el lenguaje habitual, aunque él esté delante.
Fácil

Las vocales son lo primero que aprenden, y suelen aparecer por este orden:
A I U E O
Después, empiezan a mezclarlas con sus primeras consonantes:
La P («pa-pa-pa», dirá el pequeño, y pensaremos que está diciendo «papá»).
La G («gugugu»; «agua» es una de sus primeras palabras).
Y la B («bubu», «bababa », nos contará).


● Hacer correcciones indirectas, es decir: si dice «guau» por perro, confirmar: «Sí, es un perro». No debemos corregirle nunca directamente, ni intentar que repita las cosas como las decimos. Nosotros le ofrecemos ejemplos y ellos los copian, pero cada uno a su propio ritmo.

● Aplicar la «expansión»: cuando aún dice frases de una o dos palabras, añadir siempre al menos una más. «Papá », dice Javi. «Qué alto es papá », corrobora mamá. «Guau core», afirma luego el pequeño. «Sí, el perro corre rápido». Podemos hacer más o menos hincapié en algunas palabras.

● Valorar todos sus logros muy positivamente.

● Crear preguntas de elección: «¿Quieres jugar al puzle o a los animales?», para ayudarle a nombrar las cosas. Está claro que para que adquiera la estructura de la pregunta hay que hacerle preguntas.

● Cantar con ellos: les resulta más sencillo recordar las palabras ligadas a un ritmo musical, sobre todo porque se divierten. Y a esta edad solo aprenden lo que necesitan, les gusta o divierte. Si aún no han empezado a hablar, las canciones infantiles están cargadas de onomatopeyas («en el coche de papá...») que repiten encantados.

● Adecuar el entorno, dejarles espacio para jugar, cogerlo todo y dar rienda suelta a su iniciativa. El desarrollo de la psicomotricidad les ayudará a la adquisición del lenguaje.

● Contarle cuentos.

Imprescindible

No ha sido casualidad que nuestro hijo haya llegado hasta su primera palabra, y después más y más... Si ha hablado es que nosotros hemos hablado antes con él. Cuando el niño intenta comunicarse y no hay respuesta, disminuye su deseo de comunicarse con el mundo; tendrá dificultades para aprender a hablar. Lo que le empuja a adquirir el lenguaje es el deseo de hablar con nosotros. Así, en apenas un año, ese pequeño llorón será capaz de hablar, una habilidad que a nuestra especie le costó adquirir cientos de millones de años.
Difícil

Las más difíciles son, sin duda, las consonantes dobles:
La tr («papajando», responde Marina cuando le preguntan dónde está su padre).
Y la dr (su amigo Pedro puede ser «Perrrro» hasta bien entrados los 6 ó 7 años).
También les puede costar la S al principio de la sílaba (suelen hacer una mezcla entre la S y la Z muy característica del habla infantil).

Cuándo acudir a un especialista

La adquisición del lenguaje depende de la estimulación que recibe y de la madurez de cada bebé, así que cada niño sigue su propio ritmo. De todas formas, hay algunas cuestiones que nos pueden alertar acerca de la necesidad de consultar con un especialista:

● Si a los 18 meses todavía no ha dicho ninguna palabra, podemos consultar con un logopeda. Puede deberse a una falta de estimulación, pero también puede haber algún problema de audición. Con esta visita descartaremos cuestiones más graves, como el autismo, por ejemplo.

● Si a los tres años no dice aún frases de al menos dos palabras, o su vocabulario nos parece muy escaso (a esta edad suelen saber entre 50 y 250 palabras), también es aconsejable consultar con un profesional que nos ayude.

● Si a los cinco años emite muchos sonidos trastocados (la g por la b, por ejemplo), también conviene que acudamos a un logopeda. Puede que no haya identificado y «ensayado » suficientemente algunas consonantes (las más difíciles, normalmente) y por lo tanto no sabe emitirlas. Es bueno acudir al logopeda antes de que empiece a leer.

fuente

sábado, 2 de agosto de 2008

Veinte juegos divertidos para tu bebé

Veinte juegos divertidos
que estimularán el desarrollo de tu bebé


Cuando trajimos a nuestro bebé a casa por primera vez, estábamos asustadísimos: ¿Y si deja de respirar de repente? ¿Qué hacemos si se ahoga? ¿Por qué maneja todo el mundo tan deprisa?...

A medida que fue pasando el tiempo, se fueron calmando nuestros miedos. Nos dimos cuenta de que, al fin y al cabo, el bebé sobreviviría nuestra inexperiencia. Pero, ¿qué se suponía que teníamos que hacer con él? El bebé tenía la mirada perdida y no mostraba ningún interés en particular frente a nuestros esfuerzos de cantar o hacer oscilar juguetes enfrente de su cara. "¡Mira el monito!". Nada. Sólo miradas perdidas, y a continuación algún que otro llanto para mantener el ambiente animado.



Ahora que los dos sabemos mucho más sobre bebés ¿ o al menos sobre nuestro bebé ¿ hemos aprendido que no hay que esperar mucha interacción con un recién nacido. Pero eso no significa que jugar con tu bebé recién nacido no sea importante.

Desde el primer día, tu bebé está interesado en lo que sucede a su alrededor. Dentro de su cabecita, están pasando muchas cosas. Se están realizando conexiones y la información está siendo procesada y clasificada.

Los juegos contribuyen a armar este rompecabezas. A medida que tu bebé crece, el juego es crucial para su desarrollo social, emocional, físico y cognitivo. El juego también los acerca a ambos, a ti y a tu bebé, y hace que el tiempo que pasan juntos sea mucho más placentero. Recuerda: ¡Cuanto más ría tu bebé, menos llorará!

Algunas notas para el "animador" novato del bebé: la repetición es importante. Muchos juegos no funcionarán la primera vez que los hagas, pero a la larga, si continúas esforzándote, tu pequeño comenzará a soltar una carcajada cuando escojas un juguete en particular.

El lapso de tiempo en que tu bebé prestará atención variará mucho dependiendo de su edad, su temperamento y su estado de ánimo. A veces podrá disfrutar de un juego por unos 20 minutos, pero lo más común es que necesites cambiar el juego más o menos cada cinco minutos . Sabrás que tu bebé está disfrutando de tus payasadas cuando te mire, te sonría o suelte una carcajada. Pero si te esquiva, mira para otro lado o llora, es momento de que cambies de juego o lo dejes descansar.

Algunos bebés se excitan con facilidad. Si el tuyo comienza a llorar durante el tiempo de juego, no te desesperes. Cambia a una actividad más tranquila, por ejemplo, hazle mimos, enséñale libros con imágenes, cántale canciones suaves o dale el pecho.

Ten en cuenta que no a todos los bebés les gustarán todos los juegos que supuestamente son los apropiados para su edad. No te abrumes por comentarios como: Tomás todavía ni siquiera trata de agarrar objetos. ¡Algo no anda bien! Seguramente todo esté perfecto. Quizás tu bebé sea un poco más lento que el supuesto bebé "promedio" en este aspecto, pero probablemente esté adelantado en otras cosas. De todos modos, si sospechas que tu pequeño tiene un retraso en el desarrollo, habla con su médico.

* Del nacimiento a los 3 meses

Tu bebé estará acostado la mayor parte del tiempo en su cuna, excepto cuando esté llorando. Entonces, ¿cómo puedes relacionarte con él y pasarlo bien?

La mejor manera de divertirlo es captar sus sentidos: el tacto, la vista (recuerda que tu bebé es aún muy corto de vista, el olfato y el oído (por ahora dejemos a un lado el gusto). Al final de sus primeros tres meses, podrá extender los brazos y tratar de agarrar objetos y quedará fascinado por los sonidos, los olores y las formas.

Nota: Puede que tu recién nacido tarde varios segundos en responderte o tal vez no llegue a reaccionar demasiado. Ten paciencia: quizás necesites seguir intentándolo o esperar un rato hasta que esté listo para atender y responder.

Hora de bailar

Por las tardes, cuando mi bebé se ponía de mal humor, nada funcionaba tan bien como bailar con él. Le ponía música: las melodías de Stevie Wonder y James Brown eran sus favoritas y lo colocaba en la mochila frontal portabebé o lo cargaba en mis brazos.

Al principio prefería los movimientos suaves. Luego le empezó a gustar que lo balanceara en el aire de lado a lado o que lo moviera de arriba a abajo. (Siempre debes asegurarte de sostener bien su cuello y no sacudir a tu pequeño.) Cuando se cansen tus brazos, bájalo y prosigue con el baile.

Los movimientos triviales y exagerados, como el de llevar el ritmo con las manos o mover tu trasero, le resultan particularmente graciosos a los bebés. ¡Quizás quieras cerrar las cortinas para que los vecinos no puedan ver!

Echemos un vistazo a las cosas de la casa

Las primeras etapas de juego con tu bebé consistirán principalmente en mostrarle cosas. Cualquier objeto de la casa que no ponga a tu bebé en peligro de intoxicación, electrocución o que pueda lastimarlo de otra forma, es un buen juego. Los bebés adoran las cucharas, los batidores manuales de alambre, las espátulas, los libros y las revistas con ilustraciones, los envases de champús o acondicionadores (¡no dejes solo a tu bebé con estas cosas!), los discos compactos, las telas y ropas de colores, las frutas y verduras, y muchas cosas más.

Tráete una pequeña colección de objetos y siéntate junto a tu bebé. Cuando sea el momento apropiado, saca alguna de esas cosas como si hicieses magia. "Mira, Gabi, el champú de papá". Mientras sostienes el objeto cerca de su cara, ponte tú a mirarlo. Bien, ahora que la miras, esa botella parece de lo más interesante. ¡Enhorabuena! ¡Estás pensando como un bebé!

Y no esperes que el bebé realmente "entienda" los libros a esta edad. Pero sabrás que los disfruta por su manera de quedarse quieto y atento cuando sacas un libro favorito.

Sin embargo por lo general no prestará atención a la totalidad del cuento, y cuando ya tenga algunos meses te sacará los libros de las manos y los cerrará. Son cosas del desarrollo. Tu bebé adora mirar libros y acurrucarse junto a ti, pero por lo general no está interesado en la historia.

Viaje al armario de mamá

No te pasaste una vida acumulando ropa atractiva, linda y suave para nada. Sumérgete en el armario y muéstrale a tu bebé tu suéter de lana, tus jeans favoritos de suave algodón, tu brillante falda roja. Despliega sobre su cara, manos y pies, las telas suaves o sedosas. Extiende sobre el piso algunas de tus prendas y coloca a tu hijo encima de ellas.

En unos pocos meses, tu pequeño querrá poner sus manos sobre cualquier prenda bordada, adornada, o que por cualquier otra razón, llame su atención. Pero por ahora, seguramente se conforme sólo con contemplarlas maravillado.

¡Uy! ¿Qué hay sobre mi cabeza?

Te asombrarás al descubrir cuánta diversión puedes lograr con las cosas más simples de tu casa. Te mostramos tres ideas para que puedas comenzar:

Ata o pega con cinta adhesiva en una cuchara de madera algunos recortes de tela, listones u otro tipo de cintas que llamen la atención y muévelos delicadamente por encima y por delante de la cara de tu bebé.

Toma una bufanda liviana y arrójala al aire, de manera que caiga suavemente sobre su cabeza. Ata un juguete a un hilo elástico (del tipo de los que se usan para los juegos de gatos) y haz que rebote hacia arriba y hacia debajo delante de su cara, diciendo "¡Boing! ¡Boing!" cada vez que vaya para abajo.

Recuerda, nunca dejes solo a tu bebé con cordones o cintas que puedan enroscarse en su cuello o que tu pequeño pueda llevarse a la boca.

La diva que llevas dentro de ti

Puedes tener una voz espantosa, ¡pero tu bebé no lo sabe! Ahora es el momento de cantar a todo volumen, así que deja que salga esa diva de ópera que hay dentro de ti.

Seguramente a tu hijo le guste absolutamente todo lo que cantes, pero hay algunos clásicos que deberías conocer. "Araña pequeñita" era la única canción que conseguía que mi bebé dejara de llorar cuando tenía un ataque de llanto. A la mayoría de los niños les gustan las canciones que tengan movimientos: "Pinpón", "Cinco lobitos", y "Palmas, palmitas" son sólo algunas. (Si no recuerdas la letra de alguna canción popular, búscala en Internet.)

Trata de cantar una canción en un tono bajo y suave de voz y luego en un tono alto y agudo, para ver cuál consigue la mejor reacción. Trata de cantar la canción susurrándole al oído, o usa un títere de mano (o una servilleta o una media dispuestas a cumplir el rol de un títere de mano). Y acostúmbrate a cantar, ya que esto podría empezar a ocupar una parte importante de tu día.

* De los 4 a los 6 meses


A esta edad, tu bebé se volverá mucho más activo, y aprenderá a darse la vuelta cuando está echado en el suelo e incluso a sentarse. Podrá sostener, manipular y llevarse objetos a la boca, y se pasará una buena parte de sus ocupados días haciendo esas cosas (lo cual significa que requerirá de una vigilancia extra de tu parte).

Los juegos pueden ahora involucrar más actividad física. Tu bebé disfrutará que lo subas en tus rodillas y le cantes "Arre, borriquito" o los juegos de cosquillas. También tendrá mayor capacidad de respuesta, haciendo ruidos y buscando tus ojos.

Huele el estante de las especias

Estás en la cocina, tratando de improvisar algún tipo de cena, cuando tu bebé empieza a llorar. Enséñale el estante de las especias e introdúcelo en la fragancia embriagadora de la canela. Frota un poco sobre su mano y acércala a su nariz. (No dejes que toque sus ojos o le entre en la boca.)

Si le gusta, prueba también con otras especias: vainilla, menta, comino, clavo de olor, nuez moscada, y muchas otras hierbas y especias con fragancias fascinantes que a tu bebé le podrían encantar. Hay otros artículos del hogar que son también perfumados: la loción de afeitar de papá, la crema de manos de mamá. Hazle descubrir el riquísimo aroma de todas estas cosas; una única recomendación: ¡ten mucho cuidado de que no se las coma!

Burbujas y más burbujas

Hay algo mágico en las burbujas, y en esta etapa tu bebé puede ver mucho más lejos, de modo que podrá centrar su atención en ellas. Hazle burbujas cuando se ponga fastidioso al esperar el bus y observa cómo se le secan las lágrimas. Hazle también burbujas en el parque para atraer a los niños más grandes que empezarán a saltar alrededor y mientras tanto entretendrán a tu bebé. Haz burbujas en la tina (bañera) o afuera en el porche cuando anochezca y tu bebé se ponga de mal humor. Las burbujas son increíblemente baratas, se transportan con mucha facilidad, y los bebés las encuentran siempre fascinantes.

¡Te voy a pillar!

Tu bebé es lo bastante grande como para tener ahora un sentido de expectativa. Y ningún bebé puede resistirse cuando viene la mamá y lo amenaza en tono de juego con darle abrazos, besos o cosquillas. Esto es lo que podrías decirle: "¡Hola, Andrea! ¡Veo que estás sentada! Bueno, como te tengo cerca de mis labios, ¡voy a ir a darte un beso! ¡Bebé, te voy a robar un beso! ¡Estoy llegando! ¡Estoy llegando! ¡Te pillé!". Y luego, empieza a besuquear a tu bebé.

En casa le decíamos al bebé que nos lo íbamos a comer y enfatizábamos lo que decíamos simulando que le masticábamos su pequeño pie gordito. ¡Un manjar! Cuando tu bebé crezca, puedes cambiar este juego por una persecución alrededor de la casa: funciona de maravillas cuando necesitas salir y estás apurada.

Este cerdito

Tócale a tu bebé los dedos del pie de a uno, empezando por el más chico. Dile, "Este cerdito fue al mercado, éste compró la carne, éste la llevó a casa, éste la cocinó, ¡y el más chiquito se la comió!".

Cuando digas la última frase, simula que le comes la pancita. Este juego es útil cuando necesitas ponerle las medias o los zapatos o distraerlo al cambiarle el pañal. También puedes hacer este juego en la tina con una botella que largue un chorrito de agua directo a los pies.

Tiempo de pancita

Puede que tu médico insista en que coloques a tu bebé sobre su pancita, a pesar de que tu hijo proteste a gritos.

Ponte en el piso con tu bebé. Míralo a los ojos mientras te recuestas sobre tu propia panza. Ahora recuesta a tu bebé sobre una toalla y úsala con delicadeza para voltearlo de lado a lado. Dile "¡Uy!, ¡Uy!" cuando le des la vuelta.

¡A volar, bebé!

Ahora que tu pequeño puede mantener su cabecita erguida, es el momento de hacerlo volar. Puedes jugar a que es un cohete espacial, haciéndolo volar sobre ti e imitando ruidos reales de cohetes (los papás son muy buenos para esto). También puedes simular que está en un elevador, que sube piso por piso antes de descender abruptamente al suelo. O simular que está haciendo un reporte del tráfico desde un helicóptero.

* De los 7 a los 9 meses


Tu bebé se está volviendo un experto en sentarse y seguramente pronto esté también gateando. Alienta este tipo de hazañas físicas festejando cada nuevo logro: "José, ¡te sentaste! ¡Pero qué maravilla, chiquitín!". Es un gran estímulo para el pequeño.

La habilidad de transferir objetos de una mano a la otra y de agarrarlos con los dedos son parte del desarrollo de la capacidad de controlar las manos. Por eso es buena idea llevar siempre contigo una bolsita de plástico con un cereal que tenga la forma de la letra O para que pueda practicar su recién adquirida habilidad.

Tu bebé también comienza a entender que cuando un objeto desaparece, no ha desaparecido del mundo. De este descubrimiento surgen juegos que los bebés adoran como el de "¿Dónde está?, ¡Acá está!".

Tócalo, tómalo y hazlo sonar

Si tu bebé tiene un objeto, lo golpeará contra la mesa. Si tiene dos objetos, los golpeará uno con otro, los llevará hacia la luz, los examinará atentamente, los golpeará a cada uno por separado contra la mesa, golpeará la mesa con los dos objetos al mismo tiempo, observará si el objeto suena diferente cuando lo golpea con la mano izquierda en lugar de la derecha, y seguirá explorándolos de mil maneras.

Ayúdalo dándole objetos que hagan sonidos interesantes como recipientes vacíos, cucharas de metal o campanas.

Presta también atención a las sensaciones táctiles: tu bebé quedará fascinado con una tarjeta de felicitación que tenga diamantina (brillito), con la resbalosa superficie del joyero esmaltado de mamá, o con un puñado de espaguetis hervidos.

Puedo controlar el mundo

A los bebés les encanta a esta edad explorar causa y efecto: si hago esto, aparece la luz; si hago eso, la luz se va. A tu pequeño le encantará que le muestres cómo se prenden y apagan las luces, cómo funciona el control remoto, los teléfonos celulares, etc., pero tu vida puede complicarse cuando insista en que lo levantes para prender y apagar las luces una y otra vez.

En cambio, te será más fácil si le ofreces un teléfono o control remoto de juguete para satisfacer sus ganas de ejercer control sobre las cosas, o también una caja de sorpresas con muñecos de resorte. O, para dejarlo que ejerza control sobre su entorno, llena un armario o un cajón que esté a una altura baja con objetos seguros, y permítele que lo revuelva y busque las cosas que quiera. Fíjate bien que no haya ningún borde filoso u otros peligros (las cómodas con cajones abiertos se pueden voltear) y luego deja que tu pequeño haga y deshaga como quiera.

Carrera de obstáculos

Si tu bebé gatea, va de un lado para otro o camina, puede disfrutar moviéndose para esquivar objetos. (Esto también es bueno para el desarrollo de su motricidad.) Las almohadas, las guías de teléfonos, papás cansados y la ropa para lavar constituyen buenos obstáculos. En cambio, los gatos que duermen no lo son.

Infinidad de variaciones en el juego de "¿Dónde está?, ¡Acá está!"

El clásico es taparte la cara con las manos y destapártela de repente diciendo: "¿Dónde está mamá? ¡Acá está!", y así una y otra vez. Puedes modificar este juego de mil maneras. Escóndete detrás de la puerta y haz que tu bebé la abra y te vea. Ocúltate detrás de una silla y asómate primero por arriba y después por los costados. Escóndete en un rincón con otra persona y túrnense para salir y decir "¡Acá está!".

Esconde varios sombreros detrás del sofá y ponte un sombrero diferente cada vez que te asomes. Un juego infalible para desatar la risa de tu bebé es ponerte un sombrero en la cabeza, ocultando tus ojos, y dejar que tu bebé te lo quite, diciendo "¡Oh!" con cara de sorprendida, cada vez que lo haga. (Este juego también garantizará que nunca más puedas usar un sombrero en paz.)

Juego de rodar

A los bebés les fascinan las pelotas y los movimientos que éstas hacen. Lograrás que suelte una risotada si haces malabares con pelotas o las lanzas hacia arriba y dejas que golpeen el suelo mientras haces un efecto sonoro un poco ridículo como: "¡Puffff!". Haz rodar una pelota blanda en dirección a tu bebé y observa cómo la agarra y la aprieta. En algún momento, si lo estimulas, logrará devolverte la pelota haciéndola rodar como tú. Y más adelante, podrá patear y lanzar la pelota o embocarla en una palangana o cubeta grande. Por ahora, hazla rebotar y rodar.

* De los 10 a los 12 meses

En lo que respecta a su desarrollo, tu bebé se ha trasformado de repente en prácticamente un niño. Los juegos que le permiten practicar la motricidad gruesa como por ejemplo link pararse, levantarse y trepar son importantes para él en este momento. A tu bebé también le gustará ejercitar la motricidad fina, como por ejemplo, juguetear con la etiqueta de tu camisa o las páginas de un libro... y con tus pechos si todavía lo amamantas.

Ordenar y volver a ordenar

Tu bebé está tratando de entender las conexiones entre los objetos del mundo. Le encantará apilar y ordenar objetos, como también llenarlos y vaciarlos.

Dale una caja que sea fácil de abrir (por ejemplo, una caja de zapatos) y muéstrale cómo poner y sacar cosas de ella. En nuestra casa, este juego se convirtió rápidamente en "Sacar todas las cosas de la bolsa de mamá y desparramarlas por la sala", lo cual explica por qué ya no llevo monedas ni bolígrafos.

Otra forma de jugar este juego: con un conjunto de tazas (quizás incluso jarras medidoras apilables... ooh, ¡dos juguetes en uno!) muéstrale a tu bebé cómo verter agua, arena o harina de maíz de una jarra a la otra o a un recipiente más grande.

Moverse sin parar

Una vez que tu bebé logre estar de pie, puedes animarlo a desplazarse colocando uno de sus juguetes preferidos en la otra punta del sofá o en la mesa de centro. Trata de imitar a tu bebé poniendo uno de tus juguetes, por ejemplo, tu celular, a algunos pies de distancia y cruza hacia allí de rodillas. Seguramente esto le resulte divertido e intente imitarte. Enséñale a arrastrar un objeto por la habitación. Los juguetes para arrastrar con un cordoncito y las cajas grandes vacías son de utilidad en este caso. No le des sillas plegables, que puedan cerrarse inesperadamente.

Intenta esto, hijo

A los bebés de esta edad les encanta imitar a los demás. Estimula este comportamiento haciendo un sonido ridículo y luego animando a tu bebé a que haga lo mismo. Tal vez te imite o puede que produzca su propio sonido, el cual puedes intentar imitar. O bien puedes producir un nuevo sonido otra vez. Crearás algo que suena como una canción. ¡Levántate y baila!

Bañarse es divertirse

Tu bebé ya no se conforma con sentarse en la tina y que lo bañen. A los bebés más grandes les gusta pararse, salpicar, agarrar tu cabello, tocar la cortina del baño, entre muchas otras cosas. (Nota: Nunca dejes solo a un bebé en el baño, ni siquiera por un segundo.)

Fomenta la diversión llevando muchos juguetes. Muchas de las cosas que tienes en casa pueden servir para que tu bebé las llene con agua infinidad de veces, las vacíe, vierta agua desde una hacia otra y viceversa, y las haga flotar por la tina. Junta algunas tazas de plástico, envases de yogur, embudos y botellas de plástico blando y llévalas al baño junto con cualquiera de los juguetes de plástico de tu bebé.

Haz agujeros en la parte de arriba de una botella de plástico que tenga una tapita chata y conviértela en una regadera casera. Deja que tu bebé sienta la sensación del agua goteando sobre su cuerpo y enséñale cómo, al hacer presión con las manos sobre la tapa, deja de salir el agua. Usa el juguete casero para duchar a su patito de goma.

Cuando termines de bañarlo, escurre los juguetes en un colador de plástico o una bolsa de red adherida al costado de la tina. Ahora tu bebé está limpio. ¿No fue divertido?
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