
Eso sí, con un año, los peques no tienen miedo y no son conscientes del peligro, así que a los padres les toca extremar la vigilancia.
Respetar su ritmo
Los niños suelen empezar a desarrollar la capacidad de trepar a partir del primer año, incluso sin saber andar primero.
Los expertos en psicomotricidad infantil aseguran que cuanto más tiempo pase un niño en el suelo, antes aprenderá a trepar. Un bebé que está siempre acostado o sentado en la sillita tarda más en aprender a sentarse solo, gatear y caminar.
Por otro lado, si se fuerza al bebé a ponerse de pie o caminar cuando aún no está preparado, se puede retrasar su evolución.
Facilitar la escalada
¿Qué hacer cuando el niño insiste una y otra vez en subirse al puf del salón? Pues dejar que lo intente él solo, siempre que el lugar sea seguro y le estemos vigilando. Los niños aprenden a base de repetir la misma acción.
Cuando llega arriba se plantea otro reto muy interesante: bajar. Seguramente llegará a la conclusión de que es mejor volver por donde ha subido. No temamos: los bebés son pequeños, pero no tontos. Nuestro hijo no se tirará en plancha al suelo y, si no ve la posibilidad de bajar con seguridad, llorará para que le ayudemos.
Cuando consiga hacer él solo el recorrido completo habrá adquirido una nueva habilidad que le producirá una gran satisfacción y le hará más autosuficiente.
Hay que motivarle
Que el pequeño se lance o no a trepar depende de su propia evolución, pero también de la actitud de sus padres.
Si somos demasiado protectores y cada vez que el niño intenta trepar le lanzamos mensajes negativos como: «¡Cuidado!, ¡ahí no te subas!, ¡te vas a caer!», se sentirá atemorizado e inseguro y probablemente se acabará cayendo.
Es mucho más positivo darle ánimos y potenciar su deseo de jugar y moverse, haciéndole saber que papá y mamá siempre estarán a su lado para que no le pase nada malo.
Seguridad en casa para pequeños trepadores
La casa debe adaptarse a la nueva etapa de nuestro hijo para evitar peligros. No podemos prescindir de los sofás y las estanterías, así que la vigilancia tiene que ser exhaustiva, aunque nunca represiva. No pasa nada porque trate de subirse al sillón, pero siempre con nosotros al lado.
- Evita tener muebles de pequeña altura cerca de armarios y estanterías.
- Aleja de la ventana la cuna, las sillas, las mesas y el cambiador.
- Baja el somier de la cuna al máximo y asegúrate de que no puede plegar la barandilla y trepar por ella con facilidad.
- Confirma que todos los muebles a los que pueda subirse el niño (el mueble de la tele, un escritorio, un sillón) no sean fáciles de tumbar o de desplazarse si se agarra o se sube a ellos.
- Sujeta a la pared los muebles o estanterías que el niño pueda trepar para evitar que se desplomen sobre él.
- Asegura bien las ventanas para que no pueda abrirlas y no le dejes nunca solo en la terraza.
- Evita colocar adornos, juguetes u objetos llamativos en las estanterías o repisas y cerca de las ventanas.
- No dejes a su alcance cubiertos, vasos, sartenes o cacerolas calientes con comida o fuegos encendidos, por si en un descuido se escapa a la cocina.
- Coloca telas protectoras en los barrotes de las barandillas y los balcones si están muy separados, para evitar que el bebé se cuele por ellos.

Desde que nace, el niño comienza un aprendizaje global para adaptarse al mundo en el que es decisiva la educación de sus padres y cuidadores.
Por eso desde muy pequeño conviene ir enseñándole lo que está bien y lo que está mal, poner unos límites, aunque al principio le cueste entenderlo.
Aunque necesite correr, trepar y explorar, también conviene enseñarle a respetar los espacios.
Por ejemplo, podemos decirle que puede jugar libremente en su cuarto, en el pasillo, e incluso, si nos parece bien, en el salón (una vez adaptado), pero que no puede entrar en el baño, en el cuarto de estudio de sus hermanos o en la cocina. Así matamos dos pájaros de un tiro: le enseñamos a respetar los espacios de los demás y evitamos posibles peligros.
Seguridad en la calle
- Llévale bien sujeto en el silla de paseo. Así no podrá trepar con facilidad por el respaldo y caerse.
- En el parque, asegúrate de que los columpios, toboganes, etc. son seguros, de que no tienen nada suelto, roto ni oxidado y de que las partes más elevadas cuentan con barandillas protectoras.
- Evita que se suba a juegos altos.
- Si en el parque al que vamos hay niños mucho mayores que nuestro hijo, es mejor irse a otro.
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